domingo, 27 de mayo de 2012

Desde el vacío todo se vive, dejando fluir el río de la existencia. No reteniendo nada, pues nada nos pertenece, sino que es ofrecido para bienestar nuestro. Desde el vacío todo llega y en la ofrenda que realizamos nos llenamos de la alegría, de la compasión, de la compañía.
Desde la quietud recorremos todo el mundo, todos los lugares confluyen en la inactividad mental, pues correr tras las quimeras es perderse en un oleaje de dependencias.
Llegamos vacíos y calmados, para vivir todo lo que el mundo ofrece.

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