miércoles, 27 de agosto de 2014

En una mirada introspectiva surge la reflexión, de quienes cercanos a la humanidad, nos identificamos con ella, creando alegres alternativas de vida sensible, poniendo a disposición del semejante nuestras habilidades, como escuchar las historias que las almas desean pronunciar, ver las huellas de cada recorrido personal, heridas, frustraciones, confusión, alegrías, esperanzas, ilusiones son compartidas, en la intimidad de un sincero encuentro, de un acompañar, regando la tierra que pisamos, para que de este modo pueda la persona renacer. Historias recibimos, que nos hablan de un sin fin de realidades, y verdades enriqueciendo nuestro quehacer, nuestra presencia en este mundo, nuestra firme voluntad del encuentro enriquecedor, donde poder aportar un grano de esperanza, a quienes en sus heridas buscan sentido y el resorte para seguir en la vida, crecer sin reservas. Por ello nos formamos en profesiones de ayuda, y dedicamos nuestra labor profesional a compartir sufrimientos y alegrías, ejercimos como CUIDADORES, inventamos espacios de placer como ANIMADORES SOCIOCULTURALES, buscamos recursos bajo los adoquines como TRABAJADORES SOCIALES, participamos como EDUCADORES SOCIALES a la transformación de la realidad, contribuimos a la salud física como ENTRENADORES PERSONALES Y DIETISTAS, FORMAMOS en cursos donde aportamos nuestra experiencia y conocimientos, con el fin de que surgieran excelentes profesionales, ESCRIBIMOS manuales sobre discapacidad y mediación, y EJERCEMOS COMO ACOMPAÑANTES PSICOLÓGICOS, TERAPEUTAS TRANSPERSONALES, QUE APORTAN TÉCNICAS DE MEDITACIÓN PARA EL ENCUENTRO PERSONAL CON SI MISMO, Y EXPRESAMOS SENTIMIENTOS EN NUESTROS ESCRITOS, SURGIDOS DE LAS HISTORIAS RECIBIDAS Y DE LA EXPERIENCIA DE VIVIR.

martes, 26 de agosto de 2014

Observar la mente es comprender el mundo.

Observar la mente es comprender el mundo, integrarse plenamente en la vida. Puesto que en ella permanece toda huella que transcurrir de la existencia deposita. 
Pero para comprender el mundo, y vivir en plenitud, es imprescindible ser un observador, un espectador de cine, que contempla serenamente, los pensamientos, imágenes y emociones que fluyen, sin catalogarlos en juicios de valor.
Contemplar la vida, mediante la observación de nuestra mente, es lo que nos permite integrarnos en ella, puesto que nada es rechazado, y además vivimos relajados, ya que el comprender el mundo implica que sabemos las razones de lo que vivimos, el sentido de que experiencia. Y así no buscamos adaptar el mundo a un esquema mental, con lo que implica en desgaste psíquico y energético que supone, sino que nos embarcamos en vivir experiencias, que es lo que nos permite vivir, no hechos, ni problemas, ni ninguna otra conceptualización de la vida, sólo experiencia, porque la vida se experimenta, de este modo se disfruta plenamente.
Observando y experimentando la existencia, dejamos de lado una actitud belicosa, de permanente enfrentamiento, que nos define, confundiendo la identidad con la interpretación de los hechos experimentados, y así forzándonos a alimentar permanentemente una definición de nos, como es la identidad personal, generando una continua actitud de alerta, que desvía la atención del goce de vivir, para centrarse en los peligros de destruir la identidad. Negando, inconscientemente, el fluir y permanente cambio que persiste en la vida.
Cambio que es mostrado ante la mirada que observa, y la conciencia que despierta, indentificándose con la vida, y no con meras interpretaciones de quién soy, factor irrelevante para vivir, para sentir en su plenitud la vida, de la cual formo parte, y donde existe todo lo necesario para existir.
Todo esto se llega mediante la observación de nuestra mente, el reducto que contiene la comprensión del mundo, y esa observación es el pilar fundamental de la meditación.

lunes, 25 de agosto de 2014

Ser es más que poseer, es existir por encima de todo, por el simple hecho de respirar. Es vivir a impulsos del corazón, esperimentando la vida en todas sus formas. Conectar lo intimo con el entorno, en fluir de sensaciones, que enriquece la existencia.
Ser es existir, sin ataduras, ni máscaras, ni posesiones, mostrando toda la creatividad posible, que transforma a cada paso nuestra personalidad, hasta enriquecerse de experiencias.
Es fluir al ritmo que la vida impone, en plena confianza y libertad, para sentirse parte integra de ella. Mostrar el rostro de lo que sentimos, sin ocultarlo tras las caretas. En una brutal sinceridad, y regidos por la espontaneidad, que en su frescura, reinventa la vida a cada momento, para ser sentida profundamente.
Ser es el mandato de existir, frente a la obligación de poseer.

domingo, 24 de agosto de 2014

Vivir en el ahora implica centrarse en lo que corresponde vivir, sin negar nada de lo que en la vida nos toco vivir. Esto significa que vivir en el ahora es vivir la tristeza tanto como la alegría, lo importante no es lo que en cada momento nos corresponde vivir, sino permanecer atentos y centrados en vivir lo que corresponde en este preciso instante, sin atraparse en pensamientos de futuro ni pasado, y así prevenir angustias, y desesperaciones, porque el otro componente del vivir en el ahora, es ocuparse de lo que vivimos, en lugar de pre-ocuparse, es aceptar lo que nos rodea y sentimos, sin ejercer juicios de valor, manteniendo una coherencia entre nuestro sentir, pensar y actuar. 
Vivir en el ahora es permanecer en calma y abrirse plenamente a la vida, la calma que aporta sentir la vida, confiando en nuestra capacidad para afrontarla con satisfacción, en asumir lo que es imposible cambiar, y transforma lo que corresponde hacerlo, desde una observación plena, y de este modo simplificar nuestras vidas, y descubrir el sentido oculto tras cada acto que vivimos. Simplificar la existencia al tomar conciencia de lo único que podemos cambiar es nuestra actitud, nuestro comportamiento.
Vivir en el ahora no elude pasar por tragos amargos de la vida, pero si ayuda a entender que todo tiene un fin, y que de lo vivido logramos hallar un sentido personal que facilita construir una vida más plena, puesto que si somos capaces de vivir plenamente estos momentos, nos capacita para vivir con intensidad los momentos de felicidad.